Dicen que el corazón nunca olvida, y César Efraín González Ureña mantiene el deseo de conocer y encontrar a su madre. Aunque lo dejó al nacer y solo la vio una vez cuando tenía siete años, el 27 de octubre de 1983, cuando ella asistió la velorio de su padre, guarda la esperanza de volver a verla, aferrándose a las pocas memorias de aquel fugaz encuentro.
A pesar del tiempo, González Ureña asegura que mantiene la esperanza de reencontrarse algún día y poder abrazarla.
En una entrevista confesó su mayor temor: morir sin haberla conocido. Desde 2019, ha enfrentado al menos cinco accidentes cerebrovasculares (ACV), los cuales han deteriorado su salud y dejado profundas secuelas físicas y emocionales.
Se aferra al amor y cuidado que le ha brindado a su esposa, así como al apoyo incondicional de sus tres hijos.
Relató que, desde que tenía 37 días de nacido, fue criado por una tía paterna, quien le informó que su madre se llama Milagros Ureña y que, supuestamente, reside en la comunidad de San Víctor, en el municipio Moca, provincia Espaillat.