Mi hija y yo llegamos al mundo antes de tiempo, pequeñas pero fuertes. Ser prematura me enseñó desde el primer día que la vida puede ponernos retos desde el inicio, pero también que con amor, cuidado y esfuerzo, esos retos pueden transformarse en fortalezas.
Hoy, celebro la lucha de cada niño prematuro y la dedicación incansable de sus familias y de los médicos que les acompaña en este camino.